1932: Fin de Brüning y
de la democracia.
Durante
1932 finalmente la crisis económica tocó fondo e incluso en algunos países la
situación empezó a mejorar aunque muy lentamente. Especialmente en aquellos
países que se habían quitado de encima el dogal del patrón oro. Así Gran
Bretaña y Japón, éste había abandonado el patrón oro en diciembre de 1931, fueron
recuperando su actividad económica paulatinamente. Pero en Alemania ni la
situación política ni la actitud del gobierno permitían ser optimista. Por un
lado el gobierno seguía empeñado en su política deflacionaria y por el otro la
convivencia social se desmoronaba. La delincuencia aumentaba y la radicalización
política convertía los enfrentamientos callejeros entre los comunistas y los
nazis en algo cotidiano. Estos últimos seguían ganando elecciones regionales y
acumulando poder.
Finalmente
lo que produjo la caída de Brüning en mayo de 1932 fue un hecho bastante
fortuito. Resultó que Brüning que se había negado siempre a ejecutar planes de
obras públicas para dar trabajo a los desempleados, se mostró comprensivo con
un plan que proponía dar tierras del este del país a famílias desempleadas para
que las pudieran labrar. Muchas de estas tierras pertenecían a importantes
terratenientes prusianos con muchas conexiones en el ejército, los llamados
junkers. Y claro está, el presidente Hindenburg que era también un gran
terrateniente, simpatizaba totalmente con ellos. Aunque Brüning se defendió
diciendo que se pagaría un precio justo por las expropiaciones, no pudo evitar
que se le acusara de agrobolchevique e incluso de intentar colonizar el
protestante este con católicos[1].
Finalmente las presiones del ejército sobre Hindenburg llevaron a éste a forzar
la dimisión de Brüning. El 30 de mayo de 1932 Heinrich Brüning dimitió del
cargo de canciller.
Curiosamente
uno de los grandes objetivos políticos de Brüning, la cancelación de las
reparaciones de guerra, se consiguió aquel mismo verano. En julio de 1932 la
conferencia de Lausana decidió cancelar todas las reparaciones que debían los
alemanes.
A
Brüning le sucedió Franz von Papen como canciller del Reich. Papen, un radical
conservador del mismo partido que Brüning, resultó ser un malísimo político a
la hora de lidiar con los extremismos pero en materia económica lo hizo
bastante mejor que Brüning. Su gobierno empezó el plan de obras públicas que su
antecesor había rechazado pero al mismo tiempo su odio hacia los socialistas le
indujo a acercarse al partido nazi. En 1932 el único poder importante que no
estaba controlado por la derecha en Alemania era el gobierno del estado de
Prusia. Prusia era el Land más grande del Reich y su gobierno era una coalición
liderada por el SPD. Después de unos sangrientos tiroteos en julio entre
comunistas y nazis, el gobierno Papen utilizó la supuesta incapacidad para
mantener el orden del gobierno prusiano como escusa para ordenar su disolución
y pasar sus atribuciones al gobierno del Reich. Así el 20 de julio se comunicó
la destitución de los representantes del gobierno prusiano y la asunción por
parte de Papen del cargo de comisario político para Prusia. Los destituidos
opusieron poca resistencia, desmoralizados ante la radicalización del país. Que
un gobierno democrático fuera depuesto tan fácilmente demuestra que la
democracia alemana, que ya venía siendo bastante defectuosa, había entrado en
la UCI y parecía claro que había multitud de intereses deseosos de asistir a su
sepelio.
En
julio de aquel mismo año se volvieron a celebrar elecciones al Reichstag, otra
vez anticipadas. Se dice que Hindenburg las convocó con la intención de
mantener a Papen gobernando sin tener que preocuparse del Reichstag mientras
éste estuviera disuelto. De hecho Papen gobernaba con muy pocos apoyos
parlamentarios y había tenido que legalizar las SA para ganarse el favor de los
nazis. Cuando se celebraron las elecciones el 31 de julio de 1932, la victoria
de estos últimos fue incontestable.
Con
un 37% de votos se convirtieron en el primer partido de Alemania dejando atrás
al hasta entonces imbatido SPD. Pero no consiguieron la mayoría absoluta y
Hindenburg no quiso que Hitler fuera canciller y mantuvo a Papen en el puesto.
Éste intentó que los nazis se sumaran a su gobierno pero parece que Hitler
exigió ser el canciller y las negociaciones se rompieron[2].
Papen intentó gobernar en solitario pero le resultó imposible y volvió a
recurrir al truco de disolver el Reichstag y convocar elecciones. Ésto se hizo
el 12 de septiembre y las elecciones se celebrarían el 6 de noviembre.
En
ellas el NSDAP retrocedería un poco pero seguiría siendo el primer partido a
mucha distancia de los otros. Y ellas darían lugar al último gobierno de
Weimar, el gobierno del general Schleicher, del que los nazis volverían a
quedar fuera. Finalmente un acuerdo entre Papen, que odiaba a Schleicher, y
Hitler serviría para convencer a Hindenburg de que Hitler debía ser canciller.
Cuando éste juró el cargo el 30 de enero de 1933 la democracia de Weimar ya
estaba condenada.
Lo
más triste de todo es que los planes de obras públicas iniciados por el
gobierno Papen empezaron a dar resultado aquel mismo 1933 con una notable
reducción del desempleo y por tanto de las fricciones sociales. La mejora de la
situación se atribuyó a los nazis cuando éstos se habían encontrado con esta
política (aunque se tiene que reconocer que la mantuvieron y expandieron). La
suerte de Hitler fue notable, y la pregunta sería: ¿Qué hubiera pasado si se
hubiese iniciado solo un año antes? ¿Habrían llegado los nazis al poder sin el
récord de parados de 1932? No lo sabremos nunca. Sea como sea 1932 quedó como
el año crítico en que los parados llegaron a ser unos 5,5 millones, el país
llegó al borde de la guerra civil y finalmente se entregó el estado a una banda
de criminales.
Parados en alemania (1921-1939). La escala es en millones. |
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